La naturaleza es un reclamo turístico cada vez más demandado. Los perfiles de turista que visitan un espacio natural son muy variados y las actividades que disfrutan en el mismo atienden a esta pluralidad.
Ir de caminata, dormir al aire libre, escalar, hacer un picnic, un baño de bosque, recolectar setas… son solo algunas de las opciones que ofrece la naturaleza como destino.
Esta diversidad y la facilidad que supone desplazarse a estos enclaves, conforman una realidad turística que puede ser aclamada o repudiada por aquellos que la practican.
Qué es un Espacio Natural
Un territorio que no ha sido significativamente modificado por la acción antrópica, es decir, que la actividad humana no haya intervenido en el desarrollo y funcionamiento regular de la naturaleza es considerado como Espacio Natural.
Atendiendo a sus características singulares y al impacto del espacio sobre el ecosistema pueden ser protegidos para garantizar su conservación.
Según la Ley de Patrimonio Natural y la Biodiversidad (2007), los Espacios Naturales Protegidos en España pueden ser clasificados en: Parques, Reservas Naturales, Áreas Marinas Protegidas, Monumentos Naturales y Paisajes Protegidos.
Un poco de historia…
Los Espacios Naturales Protegidos tienen su origen en los Estados Unidos del siglo XIX como respuesta al sistema productivo extractivo que amenazaba la vida de los territorios. El primer espacio protegido fue el Parque Nacional de Yellowstone (1872).
Actualmente, en nuestro planeta se extienden veinte millones de kilómetro cuadrados protegidos, lo que equivale a veinte veces el territorio español o dos veces Estados Unidos.

La protección de la naturaleza
Las actividades que realizamos cuando acudimos a un paraje natural pueden ser una amenaza directa hacia el ecosistema.
La huella que deja el rastro de nuestras decisiones interviene en el funcionamiento regular de la naturaleza, afectando al conjunto de organismos que habitan el entorno.
Ante el vertiginoso aumento de recreo al aire libre que experimenta el turismo y la escasa conciencia medioambiental, conseguimos un escenario de inestable seguridad y sostenimiento a no tan largo plazo.
Surge entonces la necesidad de proteger aquellos espacios que comienzan a tener síntomas de masificación turística.

En España, según Las Memorias de la Red de Parques Nacionales la inversión pública destinada a la conservación de los Espacios Naturales ha disminuido un 80% respecto a la del 2010.
Los recursos públicos en esta línea no serán suficientes para garantizar la conservación de los espacios a largo plazo atendiendo al incesante interés turístico que demanda naturaleza como destino.
La privatización de los Espacios Naturales
La búsqueda de nuevas fuentes de financiación está a la orden del día para los administradores y gestores de cualquier área protegida. En España esta competencia es propia de las comunidades autónomas.
Corresponde, a su vez, a las Comunidades Autónomas la declaración, la planificación y la gestión de los espacios protegidos en su ámbito territorial.
Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico
Es importante asumir que de estos territorios protegidos o en vías de conservación dependen los núcleos de población que viven en su entorno. Por tanto, garantizar el correcto desarrollo de los espacios naturales no solo asegura el patrimonio natural, además, fomenta el progreso de áreas rurales y la igualdad social.
Los diferentes tipos de turismo que se desarrollan en las áreas naturales (turismo rural, ecoturismo, turismo activo…) pueden ser herramienta de desarrollo para el territorio siempre que estén bien gestionados atendiendo a los objetivos para la sostenibilidad en materia y beneficio de medioambiente, sociedad y economía.
El turismo de naturaleza se ha convertido en un recurso muy atractivo para la demanda turística que busca la evasión del estilo de vida contemporáneo. En numerosos ejemplos se convierte en motor principal de la economía local e incluso nacional. Es el caso de países como: Bután, Botsuana, Costa Rica, Kenia o Nueva Zelanda.

Disfrutar de la naturaleza puede convertirse en un placer prohibitivo
Si retrocedemos unos treinta años en el tiempo, encontramos que la privatización de los espacios naturales era propia de aquellos países en vías de desarrollo, dada la falta de recursos públicos destinados a la protección de estas áreas.
El debate por justificar las tarifas de entrada a la naturaleza es de reciente incorporación, derivado de los recortes de fondos públicos destinados a los espacios naturales protegidos.
Existen diversas fuentes de financiación alternativas a los presupuestos del Estado que hoy en día son utilizadas por las administraciones de los espacios naturales protegidos: tarifa de acceso, tarifa de actividades y servicios recreativos complementarios, licencias y permisos de empresas privadas que operan dentro del espacio, venta de artículos o donaciones, entre otras.

La polémica de la privatización
La simple consideración de privatizar un espacio natural protegido incomoda a gran parte de la sociedad que acostumbra a dirigirse a la naturaleza y disfrutar de su herencia sin coste alguno.
Del mismo modo, el sentimiento de pertenencia local hacia ciertos parajes naturales interfiere en la aceptación de la privatización de lo que consideran propio.
En esta postura, se defiende la responsabilidad de los gobiernos para mantener y conservar estas áreas de interés público.
La otra cara de la moneda se acoge al argumento de no solo la insuficiencia de recursos públicos para la conservación de los ENP, también se considera la falta de responsabilidad individual en el cuidado de la naturaleza.
La idea generalizada de valorar más aquello por lo que se paga parece que se aplica a la realidad que experimentan o sufren los Espacios Naturales Protegidos.
El Turismo como herramienta de mejora
La realidad turística indica que el consumo de naturaleza no es proporcional a los fondos públicos destinados a su conservación. Además, esta tendencia viajera continúa en auge.
Está en nuestra decisión como consumidores activos de naturaleza posicionarnos en la indignación hacia el gobierno o la tolerancia hacia la privatización de los espacios.
De cualquier manera, este paradigma demuestra una vez más que el turismo es capaz de generar una mayor conciencia social y medioambiental. Lamentablemente, este veredicto se alza ante los impactos negativos que expone su actividad.
Es lícito posicionarse en cualquier lado de la balanza para solucionar el maltrato medioambiental. Sin embargo, es importante tener en consideración que la responsabilidad individual cuando ponemos rumbo naturaleza está en nuestra conciencia, decisión y acción.
Un comentario en “Próximo destino: naturaleza”