Probablemente ya hayas escuchado hablar del movimiento slow: slow food, slow fashion, slow life… Pero, ¿te has parado a profundizar por lo que aboga?
Hoy hablamos de Slow Tourism. Seguro que alguna vez has tenido esa sensación de necesitar unas vacaciones cuando acabas de volver de ellas y no precisamente por nostalgia prematura o por el temido síndrome postvacacional, sino porque realmente te encuentras tan cansado que tu cuerpo, mente y espíritu te reclaman un descanso a gritos.
¿Cómo planificas tus viajes?
Déjame adivinar. Eliges un destino y buscas en Google “qué ver y hacer en…” Apuntas todas las paradas imprescindibles, dónde probar los mejores bocados típicos y ya comienzas a imaginar cómo será tu próxima foto de perfil.
Llegas al destino soñado y te pones en modo correcaminos para no perderte nada de la lista “50 cosas que no te puedes perder de”, foto por aquí foto por allá, al hotel a dormir y a seguir acumulando experiencias llenas de… ¡Vaya pintas de turista!
De vez en cuando nos gusta abrir el baúl de los recuerdos y deleitarnos con nuestra colección de viajes-trofeo, abrumarnos con la cantidad de fotografías que ya no recordamos ni dónde fueron tomadas y asegurarnos de compartir con nuestros allegados que “yo también estuve allí”. Realmente, ¿queremos que este sea nuestro propósito de viaje?
Comprender el viaje
Acumular viajes a la espalda sin empaparte del destino o viajar por viajar no es una opción para el slow tourism.
Conócete a ti mismo. Una ambiciosa premisa que ya se planteaban en la Antigua Grecia al acudir al Templo de Apolo en Delfos y contemplarla inscrita en su entrada.
Ralentizar nuestro ritmo de vida nos ayuda a escuchar esa voz interior que a diario ponemos en modo avión. La inmensidad de estímulos que recibimos nos desconecta de nosotros mismos y nos aleja de un estilo de vida consciente.
Lo mismo ocurre con los viajes. Hacemos turismo dejándonos llevar por los principales atractivos del lugar, intentamos hacer el mayor número de actividades en el menor tiempo posible y nos olvidamos de conectar.
¿Cómo puedo practicar Slow Tourism?
Slow Tourism no es un tipo de turismo, slow tourism es una actitud ante el viaje. Tomar el tiempo necesario para cada actividad, ser más selectivos con nuestro plan en el destino y conscientes de lo que hacemos son algunas de las pautas que caracterizan la actitud slow.
Esta filosofía implica una iniciativa activa y consciente en nuestros viajes: viajar con sentido, con propósito, viajar aprendiendo de lo que nos ofrece el destino. Conectar con la cultura, interactuar con la población local, respetar el medioambiente, saborear su gastronomía…
…con espíritu de observación, inquietud hacia el conocimiento y capacidad de asombro.
Marco Bozzer
Slow Tourism es una oportunidad para desconectar de lo prescindible, huir del estrés vacacional y conseguir un tiempo de calidad.
Perseguir la actitud slow en nuestros viajes genera una relación recíproca entre nosotros y el destino. Se trata de un intercambio de valores positivos que logra alcanzar el bienestar común.
El turista slow se identifica con el perfil de viajero responsable y consciente, valora su tiempo y lo invierte en actividades de calidad que beneficien el desarrollo del destino. El compromiso que mantiene con el lugar durante su estancia crea unos lazos de valor que favorecen su crecimiento personal a través del aprendizaje.

Los viajes pueden dejar de ser almacenados como un trofeo más en nuestra estantería de “mira todos los sitios en los que he estado” para comenzar a ser experiencias de calidad que cambien nuestra perspectiva del mundo. Desde el turismo slow podemos entender los viajes como una herramienta responsable de mejora para todos y hacia todos.